Almas

Un día perdí mi alma. El por qué no viene al caso. Tal vez la tiré, se me gastó de sentir demasiado, me la saqué para que no doliera o se me murió de pena.

Aprendí a vivir sin alma. No es que fuera más feliz así. Simplemente no era. Pasaron días sin tiempo, pues qué importan los días si no los sientes. Hasta que un día, un lunes creo, ya que por entonces cada día era lunes, encontré un alma perdida. No creo que fuera la mía, aunque estaba gastada, y sucia, y bastante rota, así que tal vez sí lo fuera. De todos modos me encajaba, y me quedaba bastante bien. Empecé a vivir con un alma nueva. O al menos una de segunda mano con la que parecía entenderme, así que desde entonces la llevo puesta.

Ahora que tengo alma he conocido a alguien. Otra persona feliz, otra persona completa. Tiene un alma luminosa, fresca. Aunque a veces puedes ver en ella cicatrices de tristeza. Compartimos nuestras vidas. De hecho nos amamos tanto que a veces no sé si, en ese momento concreto, estoy llevando mi alma o la de ella.

Pero me ha ocurrido algo muy raro. Hoy estábamos los dos, tumbados uno junto al otro. Y observando nuestras almas fluir, no me salían las cuentas. Se mezclaban, una con la otra...y con otra mas pequeña. Si ella y yo somos dos...¿De quién es ésta tercera?