Si no te gusta la verdura, eres normal

Pero si te declaras vegetariano: "chico, que rarito eres".

En este mundo hay que ser hombre, occidental, de clase media, del barça (o del madrid, pero que te guste el fútbol), cristiano, heterosexual, delgado, con el pelo corto, casado, con hijos (dos: niño y niña), con un contrato laboral (o mejor: empresario), con hipoteca. Hay que irse de vacaciones a Punta Cana, hay que esquiar, tener un buen coche, conducir pegado al parachoques del de delante y aparcarlo en los parkings de motos, ir de compras en navidad, y de marcha los fines de semana. Beber alcohol, fumar, irse de putas. El sábado por la mañana hacer la compra, por la tarde ir al cine, por la noche hay que echar un polvo, el domingo lavar el coche, y el lunes estar de mala leche.
Hay que trabajar de 9 a 5, de lunes a viernes. Hay que hablar mal del jefe, criticar a los políticos desde el sofá, leer el horóscopo y creerlo si te gusta lo que pone. Llegar a casa y encender la tele, la mires o no. Cuando haya partido de fútbol en la tele, hay que gritar "¡GOOOOOOOOOOOL!" a pleno pulmon, salir en coche por la calle y dedicarse a pitar sea la hora que sea hasta que se te duerma la mano.
Puedes decir que no te gustan los gatos. Son muy traicioneros, todo el mundo lo sabe. ¿Y quién es todo el mundo? Bueno, generalmente gente que no tiene gato.
Hay que hacer las cosas como se han hecho siempre, como es de cajón, "Como Dios Manda"

Todo eso tiene el mismo nombre: ser normal.

Nada de eso te llevará a que te pongan la etiqueta de "qué raro eres". Está permitido, tolerado, incluso incentivado en algunos casos.

Puedes ser normal, si quieres. Pero no "porque es lo normal". Sino porque te has mirado a ti mismo, lo que estás haciendo, lo has valorado, y has decidido que era lo mejor para ti.

Si no, lo normal no es más que una forma de vivir sin pensar.